Toda persona que use a los demás para alcanzar sus deseos, es un manipulador; o, quien engaña para obtener beneficios personales.
¿Cómo se manipula?
Hay varias formas de manipulación. Unas
que manipulan a una persona, otras que lo hacen con poblaciones
enteras. En ambos casos, el manipulador busca, como decíamos, satisfacer
sus intereses propios.
Quien manipula a una persona puede ser un padre de familia que usa a sus hijos
para satisfacer su capricho, para que hagan lo que él desea. Por
ejemplo, cuando el padre exige violentamente que le atiendan en casa,
sin importar el cansancio de los demás, ni sus necesidades personales.
Ordena que todos estén a su servicio incondicional. O cuando una madre
amenaza a sus hijos para que la dejen tranquila y pueda ver sus
telenovelas, sin importarle las tareas, las necesidades o las
dificultades de sus hijos.
También, cuando la manipulación busca
que toda una población se comporte como uno o unos cuantos desean que
así lo hagan. Por ejemplo, muchos anuncios publicitarios buscan que la
población compre tal o cual producto, sin explicar si realmente es
necesario o no. Buscan solo el dinero de los habitantes, y nada más. Un
caso extremo es la droga. El único interés del narcotraficante es el
dinero del drogadicto.
¿Qué características tiene la manipulación?
En todo acto de manipulación encontramos al menos a dos personas: al manipulador y al que es manipulado.
En todo acto manipulador se emplea a la
verdad como elemento característico, pero la verdad reducida a un solo
aspecto. Por ejemplo, cuando un padre o una madre de familia obliga a
sus hijos a servirle según sus caprichos, apela a que es el padre o la
madre. Esa es la verdad: es el padre o la madre del niño, a quien, por
ser progenitor, hay que respetar y obedecer. Sin embargo, esa es
únicamente parte de la verdad, pues los hijos son personas al igual que
los papás; merecen el respeto a su dignidad; obedecer no quiere decir
que cumplan ciegamente los caprichos de los padres, o que por el hecho
de ser papás, los hijos ya son sus servidores o criados. En este caso,
la madre o el padre manipulador usa su condición de progenitor para su
conveniencia, reduciendo la verdad de la paternidad o de la maternidad a
un solo aspecto de éstas: la obediencia filial de los hijos.
Algo similar sucede en las grandes
manipulaciones de la sociedad. Se presenta a una parte de la verdad como
si aquella parte lo fuera todo. Por ejemplo, el caso de aquel
desodorante que por el hecho de usarlo ya dará seguridad a quien lo
compra. Sí, da la seguridad que uno no va a oler mal, pero entre eso y
adquirir seguridad para enfrentarse a los problemas de la vida, hay un
gran abismo.
En todo acto de manipulación la
intención es lograr que el manipulado presente un comportamiento
preestablecido por el manipulador. Por tanto, cuanto menor sea la
reflexión del primero, mayor será la garantía de satisfacción para el
segundo. De aquí que la ignorancia, el miedo o el falseamiento de los
argumentos, se encuentren en este acto; o al menos una de esas
características.
Otro gran aspecto de la manipulación es
que, astutamente, no se definen con exactitud las cosas, dejando
abierto el contexto y el fondo de la acción. Por ejemplo, cuando a
alguien le comentan: “Todos dicen que no sabes tratar a la gente, que
eres un mal educado…”. Nunca te aclararán ni quién lo dice, ni el
porqué, ni en qué circunstancias.
En toda acción
manipuladora se juega con los verdaderos valores, pues se usan como
pretexto para que la acción parezca basarse en ellos, aunque, realmente,
los niega.
¿Los tipos más frecuentes de manipulación?
1. La manipulación semántica
Esta manipulación consiste en vaciar a
una palabra de su auténtico significado, para darle otro conveniente a
los intereses de algunos. Generalmente se reduce ese significado a una
parte de él, nada más. Por ejemplo, la palabra amor.
Actualmente se dice que amar es un sentimiento. Se reduce la grandeza
del amor al mero enamoramiento. Más aún, hacer el amor es reducir la
grandeza del amor a la mera unión carnal en busca de placer. Recordemos
que amar es buscar el bien incondicional de la persona que se ama.
Si hablamos de “sexo”, “libertad”,
“felicidad”, “paternidad responsable”, “amor a la patria”, etc., lo más
probable es que no estemos hablando del mismo tema.
2. La manipulación publicitaria
Nos encontramos ante uno de los
peligros más frecuentes que se presentan en la vida cotidiana: la
manipulación publicitaria. Pero no toda la publicidad es manipuladora.
No. Sin embargo, muy frecuentes son los anuncios que buscan ganar la
“libre” voluntad y decisión de los consumidores para adquirir los
productos. La intención, pues, se encuentra en que, sea como sea, hay
que persuadir y lograr que el público compre el producto que se
presenta.
Habrá manipulación cuando la publicidad no facilita la reflexión, sino que únicamente hace “prestidigitación emocional” y “fabrica” las razones para consumir.
Recordemos que cuando se acude a las
tendencias afectivas y biológicas o se falsea la verdad, se cae en
manipulación. Porque la voluntad del consumidor decidirá movido por esas
tendencias, por las emociones artificialmente suscitadas, y no por real
necesidad.
En el mundo de la publicidad es bien
conocido que el hombre tiende a llevarse por sus sentimientos o por sus
tendencias biológicas. Por ello, en pocas ocasiones te hablan realmente
con razones válidas, con las ventajas y desventajas reales del producto,
sino que, más bien, se enfocan en crearte una necesidad afectiva,
cómoda y placentera de consumir ese producto.
Generalmente la publicidad une siempre
al producto con un deseo o valor. Por ejemplo, si quieres ser feliz, usa
pantalones “Lois”; si deseas sentirte a la moda, usa calcetines
“Confort”; si quieres ligar con las mujeres, usa la loción “Hombre”,
etc.
El placer, la comodidad, la libertad,
la sensación, la felicidad, etc, son los argumentos que se emplean para
vender los productos.
Si se añaden las imágenes a las
palabras, más eficaz será la publicidad: modelos guapas, paisajes
paradisiacos, acciones atrevidas, gestos de satisfacción, etc.
3. La manipulación de los valores
La manipulación de los valores afecta
directamente a las fibras más íntimas del ser humano. Procura reducir a
la persona humana a un mero consumidor de productos novedosos en un
clima de vaciedad y de confusión.
Observa lo que sucede con la moda, la
sociedad permisiva, los cambios acelerados y precipitados que afectan a
la sociedad, las demás formas de manipulación, la crisis permanente de
valores, y descubrirás cómo se manipula en los valores.
Los valores han sido manipulados según
la conveniencia de unos cuantos. Por ejemplo, el valor de la auténtica
libertad, que implica la responsabilidad de los actos y de sus
consecuencias, se ha trastocado por el placer de hacer lo que a mí me
parezca, mientras no afecte a los demás.
Actualmente se considera que todo lo
que es nuevo, por el simple hecho de serlo, es bueno, mientras que todo
lo viejo, por el hecho de serlo, es malo.
Por otro lado, independientemente de lo
que sea, si la mayoría de la gente lo hace, es bueno. Por ello, todo lo
que la moda dicta, independientemente de lo que sea, ha de ser la ley
de la vida, nos dice la publicidad.
Los valores se van tergiversando, hasta lograr que la mentalidad de la sociedad se adecúe a éstos, producto de la manipulación.
Francisco Cardona, adaptado por Equipo Mache
Fuente: Maché Blog
Reedición artículo, título post: Freeman / Liberación Ahora
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