dimarts, 1 de desembre del 2015

EL ASOMBROSO DIARIO DEL ALMIRANTE RICHARD E. BYRD


(LA CONFIRMACIÓN DE QUE LA TIERRA ES HUECA)
De la revista NONSIAMOSOLI de enero / marzo 1998 

En nuestro poder obra un microfilm de 685 páginas que contiene la clasificación del material de exploración y el diario del Almirante estadounidense, Richard Evelyn Byrd, que relaciona su aventura en el Polo Norte, en el año 1925, y no solo de este año. Como en todos los diarios de los grandes exploradores, se han encontrado, entre las páginas “blancas”, declaraciones que, como poco, son impresionantes e inesperadas.

PORTADA DEL DIARIO DE RICHARD BYRD, ESCRITO EN 1925. HA SIDO PUBLICADO RECIENTEMENTE POR RAIMUND E. GOERLER,JEFE DEL ARCHIVO DEL "POLAR BYRD RESEARCH CENTER", DE LA UNIVERSIDAD DE COLUMBUS - OHIO (ESTADOS UNIDOS)- ENTRE LAS PÁGINAS "BLANCAS", BYRD ESCRIBIÓ ASTUTAMENTE SU AVENTURA AL CENTRO DE LA TIERRA, ACAECIDO EL 19 DE FEBRERO DE 1947, ENTRANDO POR LA ABERTURA DINÁMICA DEL ANTÁRTICO
                         


Finalmente, en 1955/56, organizó una quinta expedición antártica, llamada “Operación Hielo Intenso”, en la cual, por motivos de salud, no tomó parte de modo relevante. Inició, en cambio, la grandiosa expedición norteamericana encaminada a las investigaciones científicas del Año Geofísico Internacional, en 1957. Byrd, desgraciadamente, no pudo asistir al cumplimiento de la que, en gran parte, fue obra suya, ni a la total ejecución de sus programas de trabajo, lo cual no le evitó la satisfacción de poder efectuar otro vuelo fantástico a aquella tierra que llamó “El gran desconocido”.
Ahora, ocupémonos de su diario, que forma parte de una colección considerable de material que actualmente se encuentra en el Centro de Investigación Polar Byrd, de la Universidad del Estado de Columbus(Ohio, Estados Unidos). Con la ayuda del Departamento de Educación de Estados Unidos, se ha conseguido recopilar en estos últimos años una enorme cantidad de hallazgos históricos relacionados con sus numerosas expediciones polares. El Dr. Raimund E. Goerler, jefe del archivo del Centro Polar, al transcribir el contenido del diario de 1925, entre las páginas “blancas”, encontró una serie de fascinantes, increíbles y extraordinarias informaciones, con fecha 19 de Febrero de 1947. No tienen nada que ver con la valerosa exploración ártica, refiriéndose exclusivamente a la aventura maravillosa del Almirante durante su cuarta expedición al Polo Sur; un simple detalle, pero muy astuto por parte de Byrd, que rehabilita totalmente su obra y su memoria en la historia de las exploraciones del planeta Tierra.


TEXTO ÍNTEGRO

“Debo escribir este diario a escondidas y en absoluto secreto. Relaciona mi vuelo a la Antártida, de fecha 19 de Febrero de 1947. Llegará un tiempo en que la racionalidad de los hombres deberá disolverse en la nada, y se deberá entonces aceptar la verdad ineludible. Yo no tengo la libertad para difundir la documentación que sigue a continuación; tal vez no se publicará nunca, pero debo, a pesar de todo, cumplir con mi deber y relacionarla aquí, con la esperanza de que algún día todos puedan leerla, en un mundo en que el egoísmo y la codicia de ciertos hombres no puedan ya suprimir la verdad”. 

19 de Febrero de 1947

Hora-: Toda la preparación para nuestro viaje se ha completado, y estamos volando con el depósito lleno de carburante, a las ....horas.
Hora-: Ajustado el flujo de carburante en el motor derecho, y el “Pratt Whitneys” vuela tranquilamente
Hora-: Control de la posición con el sextante; nuevo control de proa con brújula; efectuado un leve cambio de dirección, y estamos en la ruta establecida.
Hora-: Control de radio con el campamento base; todo está en su sitio y la recepción es normal.
Hora-: Se nota una leve pérdida de aceite del motor derecho; sin embargo, el indicador de la presión parece normal.
Hora-: Notada una ligera turbulencia por el este, a una altitud de 2321 pies; corrección a 1700 pies; la turbulencia cesa, pero aumenta el viento de cola; pequeño ajuste de la palanca manual; el avión procede ahora normalmente.
Hora-: Control de radio con el campamento base; situación normal.
Hora-: De nuevo una turbulencia, a 2.900 pies de altitud; de nuevo óptimas condiciones de vuelo.
Hora-: Extensiones de hielo y nieve por debajo nuestro; notadas unas coloraciones amarillentas con dibujos lineales; alterado el curso para examinar mejor estas configuraciones coloreadas; notadas también coloraciones violáceas y rosáceas. Controlada esta área con dos giros completos y se vuelve a ruta establecida. Efectuado un nuevo control de posición con el campamento base, informando sobre las coloraciones en el hielo y en la nieve por debajo nuestro.
Hora-: Tanto la brújula magnética como la aguja giroscópica empiezan a girar y a oscilar; no es posible mantener nuestra ruta con la instrumentación. Retomamos la dirección con la brújula solar y todo parece ahora en su sitio. Los controles parece que responden y funcionan lentamente, pero no hay indicación de congelación.

Hora-: A lo lejos, parece que hay unas montañas.

Hora-: Han transcurrido 29 minutos de vuelo desde el primer avistamiento de montañas; no se trata de una alucinación. Es una pequeña cadena montañosa que nunca había visto antes. 

Hora-: Cambio de altitud a 2950 pies; de nuevo una fuerte turbulencia.

Hora-: Estamos sobrevolando la pequeña cadena de montañas y continuamos hacia el norte, por lo que podemos verificar. Más allá de las montañas, hay algo que parece ser un valle con un pequeño río o riachuelo que fluye a la parte central. ¡No debería haber ningún valle verde aquí abajo! ¡Hay algo decididamente extraño y anormal aquí! ¡Deberíamos sobrevolar solo hielo y nieve! A la izquierda hay grandes bosques, a los lados de las montañas. Nuestros instrumentos de navegación giran todavía como enloquecidos; el giroscopio oscila hacia delante y hacia atrás.
Hora-: Cambio de altitud a 1.400 pies y efectúo un apurado giro completo hacia la izquierda para examinar mejor el valle por debajo nuestro. Es verde, con musgo y hierba muy abundante. La luz aquí parece diferente. Ya no consigo ver el sol. Damos otro giro a la izquierda y divisamos lo que parece ser una especie de gran animal. ¡Parece un elefante! ¡No! ¡Parece ser un mamut! ¡Es increíble pero es así! Descendemos a 1.000 pies y tomo unos anteojos para examinar mejor al animal. Queda confirmado; se trata sin lugar a dudas, de un animal parecido al mamut. Informo de esta noticia al campamento base.
Hora-: Encontramos otras colinas verdes. El indicador de la temperatura externa señala 24 grados centígrados, y continuamos nuestra ruta. Los instrumentos de navegación ahora parecen normales. Estoy perplejo ante sus reacciones. Intento contactar con el campamento base, pero la radio no funciona.
Hora-: El paisaje, por debajo nuestro, está más nivelado y normal, si es que hay que usar esta palabra.¡Ante nosotros divisamos lo que parece ser una ciudad! ¡Es imposible! El avión parece ligero y extrañamente flotante. ¡Los controles no responden! ¡Dios mío!¡A nuestra derecha y a nuestra izquierda hay aparatos de una extraña forma! ¡Se acercan y algo irradia de ellos! ¡Ahora están bastante cerca para poder ver sus insignias! ¡Hay un símbolo extraño!¡No lo revelaré! ¡Es fantástico! ¿Dónde estamos? ¿Qué está sucediendo? Una vez más tomo decididamente los mandos. ¡Nos mantenemos firmemente suspendidos bajo el control de una especie de soporte de acero invisible!

Hora-: Nuestra radio hace un ruido extraño y, de repente, se oye una voz que habla en inglés, con un acento que parece nórdico o alemán. El mensaje es: “¡Bienvenido a nuestro territorio, Almirante! Os haremos aterrizar exactamente dentro de siete minutos. Relájese, Almirante, está en buenas manos”. Me doy cuenta que los motores de nuestro avión están apagados. Nuestro aparato está bajo un extraño control, y ahora gira sobre si mismo. Los mandos están inutilizados.
Hora-: Recibimos otro mensaje por radio. Estamos a punto de proceder para el aterrizaje y, en breve, el avión vibra ligeramente, empezando a descender como sostenido por un enorme e invisible ascensor.
Hora-: Estoy haciendo una última y rápida anotación en el diario de abordo. Algunos hombres se están acercando a pie al avión; son altos y tienen los cabellos rubios. A lo lejos, hay una gran ciudad resplandeciente, que vibra con la gama de colores del arco iris. No sé qué sucederá ahora, pero no veo rastro de armas en aquellos que se aproximan. Ahora oigo una voz que me ordena, llamándome por mi nombre, que abra la puerta del avión. Cumplo la orden.
FIN DEL DIARIO DE ABORD

Desde este punto en adelante, escribo los acontecimientos que siguen aflorando a la memoria.

Lo que sigue a continuación, roza la imaginación y parecería una locura si no hubiese sucedido de verdad.

El técnico y yo fuimos retirados del avión y acogidos de modo cordial. Después, subimos a un pequeño medio de transporte, parecido a una plataforma, ¡pero sin ruedas! Nos condujo hasta la ciudad resplandeciente con gran celeridad. Mientras nos acercábamos, la ciudad parecía estar hecha de cristal. En poco tiempo, llegamos a un gran edificio, con una forma que jamás había visto antes; parecía haber salido de los dibujos de Frank Lloyd Wright, o quizás, más precisamente, de una escena de Buck Rogers. Se nos ofreció una especie de bebida caliente, de algo que nunca había saboreado antes; era deliciosa. Después de unos diez minutos, dos de nuestros admirables anfitriones vinieron a nuestro alojamiento invitándome a seguirles. No tenía otra opción que obedecer. Dejé a mi técnico de radio y anduvimos un poco hasta entrar en lo que parecía ser un ascensor. Bajamos durante algunos instantes y el ascensor se detuvo, deslizándose la puerta hacia arriba silenciosamente. Luego continuamos por un largo pasillo iluminado por una luz rosácea que parecía salir de las mismas paredes. Uno de los seres hizo un signo y nos detuvimos frente a una gran puerta, por encima de la cual había un escrito que no supe leer. La gran puerta se abrió sin hacer ruido y fui invitado a entrar. Uno de los anfitriones dijo: “No tenga miedo, Almirante; está a punto de tener un coloquio con el Maestro”. Entré y mis ojos se fijaron lentamente en el maravilloso colorido que llenaba totalmente la habitación. Entonces empecé a ver lo que me rodeaba; lo que aparecía ante mis ojos era lo más estupendo que he visto en toda mi vida. En efecto, la vista era demasiado magnífica para poder ser descripta; era deliciosa. No creo que existan términos humanos para describir sus detalles justamente. Mis pensamientos fueron interrumpidos dulcemente por una voz cálida y melodiosa, que dijo: “Le doy la bienvenida a nuestro territorio, Almirante” Vi a un hombre de rasgos delicados, de edad avanzada tal como denotaba su rostro, que estaba sentado a una gran mesa. Me invitó a sentarme en una de las sillas; una vez me senté, juntó la s puntas de los dedos y me sonrió. De nuevo, habló dulcemente y me dijo lo siguiente: “Le hemos dejado entrar aquí, porque usted tiene carácter noble y bien conocido en el mundo de la superficie, Almirante”. Al oír estas palabras, mundo de la superficie, ¡casi me quedé sin aliento!

“Si,- insistió el Maestro con una sonrisa- usted se encuentra en el territorio de los Arianos, el mundo subterráneo de la Tierra. No retrasaremos mucho tiempo su misión y seréis escoltados hacia la superficie, y un poco más allá, sin peligro alguno. Pero ahora, Almirante, le diré el motivo de que haya sido convocado hasta aquí. Nuestro interés, exactamente, empezó inmediatamente después de la explosión de las primeras bombas atómicas, por parte de vuestra raza, sobre Hiroshima y Nagasaki, en Japón. Fue en aquel momento de inquietud que enviamos a vuestro mundo de superficie nuestros medios volantes, los “Flugelrads”, para investigar lo que vuestra raza había hecho; pero esto, obviamente, ya es historia pasada, y permítame continuar, Almirante. Fíjese que nosotros nunca hemos interferido hasta ahora en las guerras y en las barbaries de vuestra raza, pero ahora debemos hacerlo, ya que vosotros habéis aprendido a manipular un tipo de energía, la atómica, que no está hecha en absoluto para el hombre. Nuestros emisarios ya han entregado mensajes a las potencias de vuestro mundo, y, sin embargo, éstas no han prestado atención. Ahora, usted ha sido elegido para ser testigo de que nuestro mundo existe. Tenga en cuenta que nuestra cultura y nuestra ciencia están más avanzadas, en varios miles de años, respecto a las vuestras, Almirante”. Le interrumpí, diciéndole: “¿Pero todo esto, que tiene que ver conmigo, señor?”. Los ojos del Maestro parecieron penetrar profundamente en mi mente y, después de haberme escudriñado un poco, respondió: “Vuestra raza ha llegado a un punto irreversible, del “no retorno”, porque entre vosotros hay algunos que destruirán totalmente vuestro mundo, antes de renunciar al poder tal como lo conocen..”. 



Asentí y el Maestro continuó hablando: “Desde 1945 en adelante, hemos intentado entrar en contacto con vuestra raza, pero nuestros esfuerzos han sido acogidos con hostilidad; dispararon contra nuestros “Flugelrads”.

Si, fueron también perseguidos con maldad y adversidad por vuestros aviones de combate. Por consiguiente, ahora hijo mío, le digo que hay una gran tempestad en el horizonte para vuestro mundo, una furia negra que no cesará durante varios años. No habrá defensa en vuestras armas; no habrá seguridad en vuestra ciencia. Se desatará hasta que cada vestigio de vuestra cultura sea pisoteado; todas las cosas humanas quedarán dispersas en el caos. La reciente guerra ha sido solamente un preludio a cuanto debe todavía suceder a vuestra raza. Nosotros, desde aquí, podemos verlo más claramente en todo momento. ¿Creo que me equivoco?”. “No,- respondí- ya sucedió una vez en el pasado; llegaron los años oscuros durante cincuenta años”. “Si, hijo mío- replicó el Maestro-, los años oscuros que llegarán ahora para vuestra raza envolverán la Tierra como un manto; pero creo que algunos entre vosotros sobrevivirán a la tempestad; aparte de esto, no sé nada más. Nosotros vemos en un futuro lejano re emerger, desde las ruinas de vuestra raza, un mundo nuevo, en busca de sus legendariostesoros perdidos, y estos estarán aquí, hijo mío, estando seguros en nuestro poder. Cuando llegue el momento, nos adelantaremos de nuevo para ayudar a vuestra cultura y a vuestra cultura y a vuestra raza a vivir de nuevo. Tal vez para entonces hayáis aprendido la futilidad de la guerra y de su lucha, y después de este momento, una parte de vuestra cultura y ciencia os serán restituidas, de modo que vuestra raza pueda volver a empezar de nuevo. Usted, hijo mío, debe volver al mundo de la superficie con este mensaje…”.






Con estas palabras concluyentes, nuestro encuentro parecía llegar a su fin. Por un momento, me pareció vivir un sueño; sin embargo, sabía que aquella era la realidad y, por alguna extraña razón, me incliné levemente, no se si por respeto o humildad. De repente, me di cuenta que los dos fantásticos acompañantes que me habían conducido hasta aquí, estaban de nuevo a mi lado. “Por aquí, Almirante”, me indicó uno de ellos; me giré, una vez más, antes de salir y miré hacia el Maestro; en el delicado rostro del anciano se apreciaba una dulce sonrisa.”Adiós, hijo mío”, me dijo, e hizo un gesto suave con su delicada mano, un gesto de paz, terminando así, de modo definitivo, nuestro encuentro. Salimos velozmente de la habitación del Maestro por la gran puerta y entramos otra vez en el ascensor; la puerta de éste se abrió hacia abajo silenciosamente y nos movimos enseguida hacia arriba. Uno de los acompañantes me dijo:”Ahora debemos darnos prisa, Almirante, ya que el Maestro no quiere retrasar más vuestro programa previsto, y debéis regresar a donde está vuestra raza con su mensaje”. No dije nada; todo esto era casi inconcebible y, una vez más, mis pensamientos se interrumpieron apenas nos detuvimos. Llegué a la habitación y me reuní de nuevo con mi técnico de radio, el cual tenía una expresión de ansia en su cara. Acercándome a él le dije:”Todo va bien, Howie; todo va bien”. Los dos seres nos señalaron hacia donde estaba esperando el medio de locomoción; salimos y pronto llegamos a nuestro avión. Los motores estaban a punto, e inmediatamente subimos a el. La atmósfera estaba cargada de un cierto aire de urgencia. Una vez se cerró la puerta del avión, éste fue inmediatamente elevado por aquella fuerza invisible hasta alcanzar los 2.700 pies de altitud. Dos de sus naves aéreas iban a nuestro lado, a una cierta distancia, haciéndonos planear a lo largo del camino de retorno. Debo subrayar que el indicador de velocidad no marcaba nada; no obstante, nos estábamos moviendo muy rápidamente

Hora-: Recibimos el siguiente mensaje por radio:”Ahora os dejamos, Almirante; vuestros controles funcionan libremente. ¡Auf Wiedersehen! (Hasta la vista).Observamos por un instante los “Flugelrads”, hasta que desaparecieron en el cielo azul pálido. El avión, de repente, quedó como capturado por una corriente descensional. Inmediatamente, retomamos el control. Durante un rato, no habló nadie; cada uno de nosotros estaba inmerso en sus pensamientos.

Hora-: Sobrevolamos de nuevo extensiones de hielo y nieve, estando a unos 27 minutos del campamento base. Enviamos un mensaje por radio; el campamento base nos responde. Informamos de las condiciones normales. Desde el campamento nos expresan su alivio por haber de nuevo establecido contacto.

Hora-: Aterrizamos suavemente en el campamento base. Tengo una misión que cumplir…

FIN DE LAS ANOTACIONES

11 de Marzo de 1947
Solamente he tenido un encuentro con el Estado Mayor del Pentágono. He informado totalmente sobre mi descubrimiento y sobre el mensaje del Maestro. Todo ha sido rigurosamente registrado. El Presidente ha sido puesto al corriente. Me retienen durante varias horas (6 horas 39 minutos, para ser exactos). Soy minuciosamente interrogado por el “Top Security Forces” y por un equipo médico. ¡Es angustioso! Soy puesto bajo estrecho control de los medios de Seguridad Nacional de los Estados Unidos de América. Se me ordena CALLAR sobre todo lo que sé, ¡Por el bien de la humanidad!, me dicen, ¡INCREÍBLE! Se me recuerda que soy militar y que, por tanto, debo obedecer las órdenes. 

ÚLTIMA ANOTACIÓN
30 de Diciembre de 1956
Estos últimos años transcurridos, desde 1947 hasta hoy, no han sido buenos. He aquí, así pues, mi última anotación en este diario singular. Concluyendo, debo afirmar que, por obediencia debida, he mantenido en secreto este tema, tal como se me ordenó durante todos estos años. He hecho todo esto en contra de mis principios de integridad moral. Ahora siento que se acerca la gran noche, y este secreto no morirá conmigo, sino que, como cualquier otra verdad triunfará. ¡ESTA ES LA ÚNICA ESPERANZA PARA EL GÉNERO HUMANO!
He visto la verdad, y ésta ha revigorizado mi espíritu dándome la libertad. He hecho mi deber frente al monstruoso complejo industrial militar. Ahora, la larga noche empieza a aproximarse, pero habrá un epílogo. Como la larga noche del antártico termina. Así el Sol brillante de la Verdad surgirá de nuevo, y los que pertenecen a las tinieblas perecerán con Su Luz….
Porque yo he visto “aquella Tierra más allá del Polo, aquel Centro del Gran Desconocido”.  




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