Pocos seres humanos han pisado el
suelo de este mundo de la elevación espiritual de San Francisco de Asis,
independientemente de la religión de la que hablemos obviamente en el caso de
Francisco la cristiana, y más allá de cuestiones dogmáticas ligados a dicha
religión, lo cierto es que el poder místico y espiritual de Francesco es de tal
calibre y trascendencia universal que es interesante bucear en las huellas
materiales de los lugares en donde sus aliento hallo reposo y sus pies hollaron
su suelo fisicamente. Tras la elección y entronización del nuevo pontífice ha
traído de nuevo a la actualidad la vida de aquel gran santo que fue San
Francisco de Asís, “il Poverello”, “el Pobrecillo”, es
momento adecuado de rememorar la visita que hiciera un buen día a la península
Ibérica. Un hecho muy poco conocido, que habría ocurrido en 1213-1214, cuando
el santo de Asís contaba con 31-32 años, por lo que cualquier día de éstos se
puede estar produciendo el octavo centenario del exacto momento en el que San
Francisco de Asís pisó suelo español, cosa que hizo concretamente en
Barcelona, adonde la trajo un navío desde Génova acompañado de algunos de sus
primeros acólitos.
El momento es crucial en la
península Iberica. El territorio está dividido a partes iguales entre los
reinos cristianos del norte y los reinos islámicos del sur; con un imperio
africano, el almohade, trabajando por la reconstrucción de la unidad islámica
del sur. Además, acaba de producirse un año antes, en 1212, la batalla de
las Navas de Tolosa, que pone un punto de inflexión definitivo en la Reconquista
con la victoria de la gran coalición de reyes cristianos, Alfonso VIII de
Castilla, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón frente al poder
almohade que amenazaba, no sin buenos argumentos, con devolver el poderío
musulmán a los mejores tiempos de Almanzor.
Es la intención del Poverello
la de cruzar nuestro país hacia un Marruecos totalmente musulmán, en el que,
por cierto, tiene su capital el imperio almohade que aspira a reislamizar
España, lugar que estima idóneo para emprender la misión y acaso alcanzar el
martirio. No era su primer intento de visitar tierras sarracenas, pues poco
antes se había embarcado rumbo a Siria, tierra que no pudo alcanzar por mor de
una tormenta que desvió el barco que lo trasladaba hacia la costa dálmata.
Una vez en tierras Ibericas, desde Barcelona dicen las
crónicas pone rumbo rapidamente por el camino francés hacia Santiago de
Compostela. fue en Santiago, mientras oraba ,
donde se cuenta que se le reveló que debía extender su Orden por todo el
mundo -quod caperet loca per mundum-, y sólo «desde entonces», por lo tanto al
regreso, comenzó el Santo a fundar conventos y se dice que San Francisco se
detuvo en Rocaforte a la ida, allí dejó a Fr. Bernardo de Quintabal, cuidando a
un enfermo, sin intención de fundar convento; pero al regreso la morada
interina de Fr. Bernardo en Rocaforte quedó sin más convertida en fundación
fija; por lo que bien puede calificarse el eremitorio u oratorio de Rocaforte
de monumento histórico-religioso de primer orden en el camino de Santiago, ya
que se trata de una de las primeras fundaciones franciscanas, no sólo en
España, sino en todo el mundo.
Es preciso no perder de vista esté perspectiva, sin la cual
no sería fácil interpretar rectamente las tradiciones fundamentales de que se
hacen eco los cronistas. Del convento de Logroño, por ejemplo, nos dice Fr.
Francisco de Gonzaga en 1587, que es el primero de cuantos San Francisco fundó
en España: «primus eorum omnium quos ipse Pater apud Hispanos erexit», el
primero de todos cuantos erigió nuestro Padre en España. Y los cronistas locales, especialmente Fr. Manuel Garay,
completan la noticia
observando que San
Francisco al ir a Santiago, se hospedó en casa del Capitán Medrano, y que éste le ofreció casa y terrenos para fundar, y que el
Santo fue primero a Burgos para recabar la licencia oportuna del rey de
Castilla y volvió luego a realizar la obra . Es cierto que Burgos estaba un
poco lejos para semejantes idas y venidas, y que resultaba inverosímil, y aún
algo ridículo, dada la sicología del Santo, que anduviera gestionando reales
cédulas para dejar unos pocos frailes sirviendo a Dios al amparo de una
leprosería o de una ermita abandonada. En cambio, todo encaja sin tropiezo si
recordamos que Burgos es una etapa del camino para quienes peregrinan de
Logroño a Sahagún rumbo a Compostela.
Son
muchos los milagros según se cuenta que el santo prodiga a su paso por las
tierras de España, de los cuales nos da cuenta la crónica escrita por San
Buenaventura, la llamada “Leyenda de San Francisco”. En
Castrogeriz habría librado un viñedo de una plaga de gusanos, los mismos que
habría hecho desaparecer del granero de un sacerdote en algún lugar de la
provincia de Palencia, y en Sahagún habría hecho florecer un cerezo muerto.
También habría pasado por Burgos, en cuya catedral, una de las figuras
presentes en la puerta del claustro alto la identifica la tradición con San
Francisco.
En Cantabria existe la tradición,
recogida además por el escritor cántabro Amós de Escalante, de que San
Francisco habría pernoctado en la Casa-Torre de los Calderón de la Barca
en la localidad de Viveda. El edificio sigue en pie, aunque amenaza ruina y la
tradición es tan sólida que en la carretera próxima se ha
levantado un monumento a San Francisco Peregrino.
En Ayllón, provincia de
Guadalajara, es tradición que el convento extramuros situado a orillas del río
Aguisejo fue fundado por el propio San Francisco en su periplo español.
De Santiago quiere la tradición que se encaminara hacia el sur, haciendo parada
y fonda en Huete, en la provincia de Cuenca, de donde, perseguido por los
judíos, tiene que huir, refugiándose en San Miguel del Monte, cerca de Alcocer,
lugar en el que enferma y en el que, según recoge San Buenaventura,
termina su periplo español. Y no precisamente con la entrada en Marruecos, como
era la intención original, sino con el retorno a Italia, muy probablemente con
la idea de asistir al IV Concilio de Letrán del que esperaba obtener la
aprobación de su regla, si bien tampoco existe constancia de que finalmente
estuviera presente en él.
De hecho otras fuentes mencionan
que San Francisco habría estado de paso por tierras catalanas cuando se dirigia
supuestamente desde Italia hacia tierras norteafricanas, Josep M. Ballarín,
Antoni Pladevall y Manuel Palou, en la Gran Enciclopèdia Catalana, indican
que “Francisco visità España a fines del 1213, (fecha que algunos avanzan
al 1211) acompañado de fray Bernardo da Quintavalle, cuando deseaba ir a
Marruecos a predicar a los moros; en Barcelona fue atacado per una enfermedad y
es tradición que se hospedo en el hospital de sant Nicolau de Barcelona, cerca
del mar, donde fue fundada despues la primera casa religiosa franciscana” y
añaden que “las tradiciones sobre su estancia y predica en Catalunya són
comunes a lo ancho de toda Catalunya y se localizan de ese suceso las capillas
y conventos de Perpinyà, Vic, Santpedor, el Lledoner de Cervelló , Sant Joan
Despí, Horta (Barcelona), Cervera,
Lleida, etc. ”. Con lo cual la estancia de San Francisco en tierras catalanas
habría sido mucho menos fugaz de lo que parecen sugerir muchas crónicas, y de
hecho Barcelona el lugar donde se fundaría la primera edificación bajo su
supervisión.
Ermita de sant Francisco en el termino municipal de Calldetenes
cerca de Vic, y ubicada en medio de un poligono segun parece.
Sant Cebria en La sierra de Collserola (Barcelona), lugar donde vivio San Francisco y donde siglos
más tarde hallaría también refugio san Ignacio de Loyola.
Una leyenda nos explica que el rey Jaume I dono unas tierras a San Francisco en Barcelona, para que construyese su primer convento. sabemos por la historia documentada: que el rey Jaume también dono tierras a los occitanos que quisieron instalarse en el Principado, después de la derrota de la batalla de Muret.
Según el libro de Alícia Sánchez y Maria Pomés, Historia de Barcelona. De
los orígenes a la actualidad (Editorial Òptima, Barcelona, 2001) en el
capítulo V se explica la llegada de las ordenes mendicantes a Barcelona. Asi,
después de exponer que los dominicos
entraron en la capital de la corona de Aragón es decir Barcelona en el año 1219, las autoras añaden: "Poco
después de la llegada de los dominicos, se establecieron en Barcelona los
franciscanos, concretamente cerca de la actual plaza del duque de Medinaceli,
donde existia un pequeño hospital de pelegrinos: San Nicolau.
Dice la tradición
que el mismo San Francisco de Asís llega un día al puerto de Barcelona
y que solo desembarcàr, comienzà a predicar. Su sencillez y su vestido, mas propio de un pobre que de un
clerigo, levantan expectación entre los ciudadanos. San Francisco les
profetitzà dos cosas. La primera, que el cuerpo de Santa Eulàlia, que había
estado escondido antes de las invasiones sarracenas, seria encontrado; y la
segunda, que pronto existiria en Barcelona un gran edificio religióso desde
donde se auxiliaria a los pobres y se daría consuelo a los afligidos. Como el hospital era pequeño y falto de capilla,
San Francisco consiguío que le cediesen un patio contiguo para construir una
con las limosnas que pudiese conseguir. Poco después, habiendose cumplido la
primera de las profecias, la fama del santo comenzo a crécer. Jaume I decidio
ofrecerle su protección y le obsequià con un terreno para què pudiese construir
un convento y un templo. Toda la ciudad colaboro en la construcción con sus
donativos. La nueva construcción fue conocida con el nombre de convento de
Framenors o “frailes menores-pequeños frailes" (p. 63-64). el hecho de que el rey Jaume I le protegíese
y le obsequiase con un terreno, liga a
la perfección con lo que la història nos reporta al respecto de la protección que el monarca catalàn otorgo a sus súbditos occitanos, expoliados
por Francia y el Vaticàno, dándoles a estos
nuevas tierras y posesiones dentro de sus dominios.
Según el cronista Jerónimo Münzer, quien, el 22 de septiembre del 1494 entro en
Barcelona, lo cual aprovecho para describir la ciudad y hablar de su forma de gobierno, de la llotja i de la
Casa del Infante Enric.
Escribiendo acto seguido.
"Cerca de esta casa esta el monasterio mayor de la Orden de San
Francisco, junto el mar. En medio hay
otro monasterio, pequeño, con un claustro sencillo, refrectorio, celdas y una
iglésia reducida, a manera de cripta, que hizo construir Sant Francisco, donde
hizo vida rigorosísima durante diversos años, cuando la ciudad era pequeña. La
iglesia tiene una sola ventana cuadrada, con rejas de hierro a través de la
cual los marineros escuchaban la misa y la predicación del Santo" (p. 15).
Con ello, tenemos ahora una base històrica que nos
presenta San Francisco en Barcelona, fundando directamente el convento que
lleva su mismo nombre y predicando a la
población y a la marinería. És importante constatar que En Münzer, en lugar de
extrañarse por la información que recibía sobre el caso, en ningún momento no
dijo que se tratara de rumores o de una leyenda, sino que da a la información
un trato de certeza, hecho que
llama enormemente la atención,
mayormente porque proviene de un hombre escrupoloso, culto, que tenía que conocer
los detalles aunque fuese de una forma muy generalizada- de la vida del santo y
que, como enviado del Emperador,
escribía para un entorno cortesàno, nada necio. Y que si el hubiese sabido que
San Francisco había estado siempre en Itàlia, no se le habría ocurrido escribir
lo que escribió, teniendo sobre todo
presente que solo hacia dos siglos de la vida del santo. Una vida, que por su importancia, había transcendido las fronteras
y se había convertido en un símbolo de la nueva espiritualidad europea.
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