LAS CONSTELACIONES MAYAS
OBSERVATORIO DE CHICHÉN ITZA
El hombre mesoamericano concibió la
naturaleza como una unidad; además del entorno terrestre accesible, el
cielo ajeno completaba el ámbito donde los dioses actuaban.
Así, los mayas y otros pueblos
mesoamericanos identificaban, en la profundidad del firmamento, diversos
astros conformando la imagen de deidades, animales y algunos objetos
rituales. Incluso, la trayectoria aparente del Sol en el fondo de
estrellas en el transcurso del año, la llamada banda de constelaciones
zodiacales, parece haber sido reconocida y representada por los
sacerdotes-astrónomos mayas.
En dos páginas del códice maya que se
encuentra en París se pueden apreciar dos hileras de animales colgando
de bandas celestes, las cuales están formadas por una sucesión de
cuadretes con glifos del Sol, de varios planetas y del cielo. Entre cada
animal y la banda celeste aparece un glifo de eclipse solar. Aunque
este manuscrito pictográfico se encuentra muy deteriorado, se pueden
notar aves, serpientes, una tortuga, un sapo, un escorpión, un felino,
un murciélago y un esqueleto que aparentemente es humano. Aún no se ha
podido determinar de forma definitiva las constelaciones occidentales
correspondientes a cada animal y al esqueleto.
Otra
posible representación del zodiaco maya se encuentra labrada en la
fachada alta del edificio de las Monjas en Chichén Itzá. Se trata de una
banda alternada de glifos kaan, o cielo, con otros representando varias
aves, un pecarí, una tortuga, un escorpión, una serpiente y un cráneo
humano; el glifo de estrella o Venus aparece solo y combinado con los
demás glifos. Esto sugiere un significado celeste para este elemento
decorativo. Ciertamente, sobre esta banda se encuentra sentada la figura
de bulto de un dignatario, lo que le confiere simbólicamente una
importancia excepcional en el mensaje comunicado por la fachada. En este
caso, tampoco ha sido posible identificar la constelación occidental
asociada a cada glifo.
Bonampak,
en el estado de Chiapas, posee uno de los ejemplos mejor conservados de
pintura mural maya. Por su calidad y colorido estos murales reflejan de
manera magistral muy diversos conceptos de la cultura maya del siglo
VIII d.C. el Edificio de las Pinturas posee tres cuartos completamente
pintados con escenas de guerra, ceremonias religiosas y festejos;
además, se tienen textos jeroglíficos, fechas y numerosas
representaciones de deidades.
Aquí tampoco faltan los motivos
celestes. A lo largo de la cerradura de la bóveda de cada cuarto se
halla pintado el cuerpo segmentado en cuadretes del monstruo del cielo,
conocido también como la deidad Itzamná. Tales cuadretes poseen
normalmente glifos de cuerpos celestes. A esta deidad, también designada
como Dios D, se le representa con rasgos de algún reptil, sobre todo de
cocodrilo e iguana.
Algunos estudiosos han propuesto la
identificación de tal reptil celeste con esa banda de sutil resplandor
que es la Vía Láctea. En la parte superior de la bóveda del cuarto
central, arriba del vano de acceso, se encuentran representados cuatro
cuadretes de evidente significación astronómica. En un extremo aparece
una tortuga, sobre cuyo caparazón aparecen tres glifos de estrella. En
el otro extremo, el cuadrete tiene una especie de tumulto de pecaríes
revueltos con glifos de estrella. Los cuadretes interiores representan
dos personajes. El cercano a la tortuga, sentado, la señala con una
varita y se ve rodeado de dos glifos de estrella. El otro personaje está
también sentado, con la cabeza hacia arriba, y sostiene en su mano
derecha lo que podría ser un espejo; también este cuadrete posee al
menos dos glifos de estrella.
Analizando la orientación del Edificio
de las Pinturas respecto al cielo, es posible determinar si los motivos
astronómicos plasmados en su interior tienen una relación directa con el
firmamento real en la época en la que se pintaron los murales. Fijar el
momento de uso del edificio es fundamental para reconstruir las
circunstancias observacionales de los posibles eventos astronómicos
involucrados. Afortunadamente, los sacerdotes-astrónomos mayas nos
proporcionaron esta información. En el cuarto central se pintó la fecha 6
de agosto de 792 d.C.
En este día, Venus alcanzó su conjunción
inferior al interponerse entre el Sol y la Tierra y tuvo lugar el paso
del Sol por el cenit de Bonampak. Al anochecer, hacia las 20:00 h., la
bóveda celeste contenía justamente la Vía Láctea alineada a lo largo del
eje de simetría del Edificio de las Pinturas. Sorprendentemente, poco
antes de que amaneciera ese día, la Vía Láctea salía y se situaba a lo
largo de la fachada del edificio. En ambos casos vemos que las dos
posiciones de la Vía Láctea quedan determinadas por la orientación de
las paredes del edificio, indicando claramente que éste armoniza con
aquella trayectoria celeste. La posición transversal de la Vía Láctea
coincide, por lo tanto, con la del monstruo celeste pintado en las
cerraduras de bóveda de cada cuarto. Es como si la gran iguana del cielo
resguardara el edificio, y así al soberano que mandó pintar los
murales.
Considerando nuevamente la fecha del 6
de agosto de 792 d.C., notamos que en la madrugada, sobre el horizonte
oriente de Bonampak, una región del cielo sumamente llamativa se alzaba
esplendorosa. Se trata de la región limitada por la Vía Láctea, la
Eclíptica y el ecuador celeste. Esto corresponde parcialmente a las
constelaciones de Orión, Tauro, Ballena y Piscis. Por la disposición de
los objetos más brillantes en esta región, se puede proponer una
identificación de los cuatro cuadretes pintados en el cuarto central. En
un extremo de la región se encuentra el cuadrángulo de Orión con su
cinturón formado por tres estrellas. Esta constelación podría ser
identificada con la tortuga pintada. En el otro extremo se tiene el
cúmulo estelar de Las Pléyades. Ahí podría reconocerse el tumulto de
pecaríes. De esta manera, los cuadretes interiores se podrían localizar
en la región en cuestión. Así, el objeto celeste más brillante, la
estrella a de Tauro, Aldebarán, podría corresponder al personaje con la
varita señalando a la tortuga. En este día se tiene de visita en la
región al planeta Marte, rojo al igual que Aldebarán; que se encuentra
en uno de los cuernos de Tauro. Por lo tanto, el planeta Marte sería la
representación del personaje con el espejo.
Sin duda, los mayas, atentos
observadores de las regularidades celestes, asignaron nombres a los
agrupamientos de estrellas. Sin embargo, en la actualidad resulta muy
difícil recuperar toda la información referente a tales designaciones.
No obstante, la posibilidad de hacer concordar la información que
proviene de vestigios culturales materiales, con la obtenida a partir
del análisis del firmamento en la época de origen de dichos vestigios,
abre amplias perspectivas para avanzar hacia un mejor conocimiento de la
ideología maya referente a las cosas del cielo.
Jesús Galindo Trejo
Instituto de Astronomía,
Universidad Nacional Autónoma de México.
Fuente:http://www.revistacienciasunam.com/es/93-revistas/revista-ciencias-57/874-del-cielo.html
Visto en:
http://cronodinamica.blogspot.com.es/2015/11/las-constelaciones-mayas.html
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http://cronodinamica.blogspot.com.es/2015/11/las-constelaciones-mayas.html
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