A fecha de hoy criticar aunque sea en aspectos cuantitativos o secundarios el holocausto, o la versión que de ese hecho se ha asumido de forma casi inmutable por la historia oficial, es algo que conlleva un enorme riesgo de ser catalogado como un nazi o antijudio, cuando no es ni una cosa ni la otra la que deberia conllevar, el simplemente promover cierto pensamiento critico y de cuestionamiento hoy y siempre necesario, sea cual sea el tema del que hablemos sin lo cual se es susceptible de caer en el pensamiento unico, cosa que hoy en dia es un riesgo palpable en mi opinión.
Este es un tema tabu que debería merecer un analisis mas riguroso en busca de la verdad, del que se le suele dar.
La entrevista que reproduzco solo tiene la intención de aportar una opinión o mejor dicho una visión distinta de la que desde lo politicamente correcto conocemos como habitual. En ningun caso, quiero dejar claro estoy de acuerdo con todo lo que manifiesta dicho sujeto, ni que yo justifique el execrable crimen que significo la persecución nazi de los judios. pues para mi no se trata tanto de una cuestión cuantitativa sino cualitativa, y el hecho de que sean 6 millones o 1 millon los muertos debido a la persecución nazi no es lo relevante,- (obviamente hablo desde el plano moral).
En los tiempos actuales en los que se califica de nazis con la mayor impunidad a personas que simplemente defienden unas ideas de forma pacifica y respetuosa y en unos momentos en los que la excusa del "cumplir ordenes" o manifestar que se actua en la legalidad, sirve como justificante a la banda de delicuentes que han provocado la crisis financiera que vive buena parte de la sociedad occidental, es bueno recordar que esa misma justificación sirvio como excusa o coartada a los nazis para justificar su comportamiento y banalizar como un acto burocratico impersonal sin ningun nexo etico y moral la persecucón a la que se sometio a no solo judios, recordemos también a gitanos y otros colectivos...
Si hay lgo que no debemos olvidar es que todo tiene una causa y un origen y es bueno entender el como y el porque de situaciones sobre las que muy a menudo solo se quiere presentar una realidad parcial y es bueno hacerlo precisamente para no repetir la misma historia...
El testamento político de Erich Priebke: “La literatura sobre el Holocausto ha servido sobre todo al Estado de Israel”
20 de noviembre de 1995. El
excapitán de las SS, Erich Priebke, dice adiós mientras ingresa en el avión que
lo llevará de Bariloche, Argentina, hacia Italia para enfrentarse a un juicio.
Con motivo de su cien cumpleaños a finales del
pasado julio, el recientemente fallecido Erich Priebke, capitán de las SS, concedió
una entrevista que ha sido difundida tras el deceso por su abogado Paolo
Giachini, en calidad de “testamento humano y político”.
-Señor Priebke, hace años declaró que no
renunciaba a su pasado. ¿A sus cien años de edad sigue pensando lo mismo?
Sí.
-¿Qué quiere decir exactamente con esto?
Elegí ser yo mismo.
-Así que aún hoy se siente nazi.
La fidelidad al pasado es algo que tiene que ver
con nuestras creencias. Esta es mi forma de ver el mundo, mis ideales, lo que
para nosotros alemanes fue la Weltanschauung y todavía tiene que ver con el
sentido de amor propio y honor. La política es otra cosa. El nacionalsocialismo
ha desaparecido con la derrota y ahora no tendría ninguna oportunidad de
regresar.
-La visión del mundo de la que usted
habla también incluye el antisemitismo.
Si sus preguntas son para ganar conocimiento de
la verdad, es necesario abandonar los clichés: Criticar no significa que se
desee destruir a alguien. En Alemania, desde principios del siglo XX se criticó
abiertamente el comportamiento de los judíos. El hecho de que los judíos habían
acumulado en sus manos un inmenso poder económico y por lo tanto político, al
mismo tiempo que representaban una parte muy pequeña de la proporción de la
población mundial, se consideraba injusto. Es un hecho que aún hoy en día, si
tomamos las mil personas más ricas y poderosas del mundo, debemos señalar que
una parte considerable de ellos son judíos; los banqueros o los accionistas de
las empresas multinacionales. En Alemania pues, sobre todo después de la derrota
de la Primera Guerra Mundial y la injusticia del Tratado de Versalles, la
inmigración judía de Europa del Este había causado algunos verdaderos
desastres, con la acumulación de enormes cantidades de capital por parte de los
inmigrantes en unos pocos años, mientras que con la República de Weimar la gran
mayoría del pueblo alemán vivió en gran pobreza. En ese clima, usureros se
enriquecieron y la sensación de frustración en contra de los judíos creció.
El que judíos han practicado la usura permitida por
su religión, mientras que se la prohíbe a los cristianos, es una vieja
historia. ¿Qué tiene de cierto según usted?
Desde luego, no es una idea mía. Basta leer a
Shakespeare o a Dostoievski para entender que problemas similares con los
judíos realmente existieron históricamente, desde Venecia a San Petersburgo.
Esto no quiere decir que los únicos prestamistas usureros fueran judíos. Hice
mía una frase del poeta Ezra Pound: “Entre un usurero judío y un usurero no
judío no veo ninguna diferencia. “
-Por todo esto, ¿se justifica el
antisemitismo?
No, mire, esto no quiere decir que entre los
judíos no haya gente de bien. Una vez más; antisemitismo significa odio, odio
indiscriminado. Y yo, incluso en los últimos años de mi persecución, de viejo,
privado de libertad, siempre he rechazado el odio. Nunca quise odiar ni
siquiera a los que me odiaban. Sólo hablo del derecho a la crítica, y estoy
explicando las razones. Y diré más: debe tenerse en cuenta que, por razones
religiosas particulares, una gran proporción de judíos se considera superior a
todos los demás seres humanos. Se identificaron con el “pueblo elegido de Dios”
de la Biblia.
-También Hitler habló de la raza aria
como superior.
Sí, Hitler también cayó en el equívoco de
perseguir esta idea de superioridad. Esta fue una de las causas de errores sin
retorno. Tenga en cuenta, sin embargo, que un cierto racismo era la norma en
aquellos años, no sólo a nivel de la mentalidad popular, sino también a nivel
de los gobiernos e incluso de los sistemas jurídicos. Los estadounidenses,
después de haber deportado a los pueblos de África y de ser estados
esclavistas, seguían siendo racistas y discriminaban a los negros. Las primeras
leyes definidas raciales de Hitler, no restringían los derechos de los judíos
más que los de los negros eran limitados en varios estados de EE.UU. Lo mismo
para la población de la India por los británicos, y los franceses tampoco se
comportaban de manera muy diferente con los súbditos de sus colonias. Por no
hablar del tratamiento de minorías étnicas en la antigua URSS.
-Entonces, ¿cómo fueron empeorando en
Alemania las cosas según usted?
El conflicto se fue radicalizado, fue creciendo.
Los judíos alemanes, estadounidenses, británicos, los judíos del mundo, por un
lado; contra Alemania, que estaba en el otro. Sí, por supuesto, los judíos
alemanes se encontraron en una posición cada vez más difícil. La posterior
decisión de promulgar leyes muy duras en Alemania hizo la vida muy difícil para
los judíos. Luego, en noviembre de 1938, un judío, un cierto Grynszpan, en
protesta contra Alemania, mató en Francia a un consejero de nuestra embajada,
Ernest von Rath. A ello siguió la famosa “Noche de los cristales rotos”. Grupos
de manifestantes irrumpieron en todo el Reich en tiendas propiedad de judíos. Desde
entonces, los judíos fueron considerados sólo y únicamente como enemigos.
Hitler después de ganar las elecciones, les instó
primero a que por todos los medios se marcharan de Alemania. Posteriormente, en
el clima de sospecha contra los judíos alemanes, causado por la guerra y los
boicots y el conflicto abierto con las organizaciones judías más importantes en
todo el mundo, se los encerró en campos de concentración, en calidad de
enemigos. Por supuesto que para muchas familias, a menudo sin tener ninguna
culpa, esto era desastroso.
-La culpa, por lo tanto, de lo que los
judíos han sufrido, en su opinión ¿sería de los propios judíos?
La culpa es un poco de todas las partes. También
de los aliados, que desencadenaron la Segunda Guerra Mundial contra Alemania
tras la invasión de Polonia, realizada para reclamar un territorio en el que la
fuerte presencia alemana fue objeto de acoso constante, territorio colocado por
el Tratado de Versalles bajo el control del recién nacido estado polaco. Contra
la Rusia de Stalin y su invasión de la parte restante de Polonia nadie levantó
un dedo. De hecho, al final del conflicto, que oficialmente se desencadenó para
defender la independencia de Polonia contra los alemanes, se le regaló sin
contemplaciones toda Europa del Este, incluyendo Polonia, a Stalin.
-Dejando de lado la política, así que
usted defiende las teorías históricas revisionistas.
No entiendo exactamente a qué se refiere con
revisionismo. Si hablamos de los juicios de Nuremberg de 1945, entonces puedo
decir que fue una cosa increíble, un gran escenario creado a propósito para
deshumanizar frente a la opinión pública mundial al pueblo alemán y a sus
líderes. Para castigar al derrotado ahora incapaz de defenderse.
-¿Sobre qué base dice esto?
¿Qué se puede decir de un autoproclamado tribunal
que juzga sólo los crímenes de los vencidos y no los de los vencedores, donde
los vencedores son a la vez fiscal, juez y la parte perjudicada y donde los
artículos del crimen habían sido especialmente creados después de los presuntos
delitos, sólo para condenar retrospectivamente? El mismo presidente
estadounidense Kennedy condenó el proceso llamándolo algo “repugnante”, porque
“había violado los principios de la Constitución de EE.UU. para castigar a un
oponente derrotado”
Si quiere decir que el delito de crímenes contra
la humanidad con el que se condenó en Nuremberg no existía antes de que fuera
impugnada por el tribunal internacional, hay que decir, sin embargo, que las
acusaciones relacionadas con esos hechos eran sin duda terribles.
En Nuremberg, los alemanes fueron acusados de
la masacre de Katyn. Más tarde, en 1990, Gorbachov admitió que habían sido
ellos mismos, los acusadores rusos, quienes mataron a veinte mil oficiales
polacos con tiros en la nuca en el bosque de Katyn. En 1992, el presidente ruso
Yeltsin desveló el documento original que contenía la orden firmada por Stalin.
Los alemanes también fueron acusados de haber hecho jabón con los judíos.
Muestras de aquel jabón terminaron en museos de EE.UU, Israel y otros países.
Sólo en 1990, un profesor de la Universidad de Jerusalén estudió las muestras
debiendo finalmente admitir que se trataba de una estafa.
-Sí, pero los campos de concentración no
son un invento de los jueces de Nuremberg.
Durante esos años terribles de la guerra,
encerrar en campos de concentración a civiles que eran una amenaza para la
seguridad nacional era una cosa normal. En la Segunda Guerra Mundial lo
hicieron también los rusos y los EE.UU. Estos últimos, en particular, con
ciudadanos de origen oriental.
-En Estados Unidos, sin embargo, en los
campos de concentración para la población de etnia japonesa no hubo cámaras de
gas.
Como dije, en Nuremberg se inventaron una
multitud de cargos. Sobre lo de que en los campos de concentración hubo cámaras
de gas, aún estamos esperando las pruebas. En los campos, los prisioneros
trabajaban. Muchos salían del campo para el trabajo y estaban de vuelta en la
noche. La necesidad de trabajadores durante la guerra es incompatible con la
posibilidad de que, al mismo tiempo, en algún lugar en el campo, hubiera filas
de personas que iban a la cámara de gas. La actividad de una cámara de gas es
invasiva en el medio ambiente, terriblemente peligrosa incluso fuera de ella,
mortal. La idea de enviar a la muerte a millones de personas de esta manera, en
el mismo lugar donde otros viven y trabajan sin que se den cuenta de nada es
una locura, dificilmente realizable también en un nivel práctico.
-Pero usted ¿cuando escuchó por primera
vez acerca del plan para exterminar a los judíos y las cámaras de gas?
La primera vez que oí hablar de cosas de ese
tipo, la guerra había terminado y yo estaba preso en un campo de concentración
inglés, con Walter Rauff . Los dos nos quedamos impactados. Simplemente no
podíamos creer hechos tan horribles: cámaras de gas para exterminar a hombres,
mujeres y niños. El coronel Rauff y yo hablamos con nuestros colegas durante
días. A pesar de que todos formábamos parte de las SS , cada uno a nuestro
nivel , con una posición particular dentro del aparato Nacionalsocialista, a
ninguno de nosotros había llegado antes a los oídos cosas similares . Pues vea
usted que años y años más tarde me enteré de que mi amigo y superior Walter
Rauff, que había compartido conmigo algún pedazo de pan duro en el campo de
concentración, fue acusado de ser el inventor de camiones móviles para
gaseamiento. Cosas de ese tipo sólo las pueden pensar aquellos que no han
conocido a Walter Rauff.
-¿Y todos los testimonios sobre la
existencia de las cámaras de gas?
En los campos nunca se encontraron las cámaras de
gas, excepto aquella construída después de la guerra por los norteamericanos en
Dachau. Información que se puede definir fiable en el plano judicial o
histórico sobre las cámaras de gas no hay ninguna, empezando por las de algunos
de los últimos comandantes y líderes de los campos, como el más conocido de los
comandantes de Auschwitz, Rudolf Hoess. Aparte de las grandes contradicciones
de su testimonio, antes de prestar declaración en Nuremberg fue torturado, y
después del testimonio, por orden de los rusos, le cerraron la boca
ahorcándolo.
Contra estos “testigos”, considerados valiosos
por los vencedores, la violencia física y psicológica era insoportable; también
había amenazas de venganza contra los miembros de la familia. Sé por la
experiencia personal de mi encarcelamiento y el de mis colegas, de qué manera
los vencedores extrajeron confesiones a los presos en los campos de
concentración, quienes a menudo ni siquiera conocían el idioma inglés. Por otro
lado, el trato a los prisioneros de los campos rusos de Siberia es bien sabido
ahora, había que firmar la confesión que se solicitaba, y eso es todo.
-Así que para usted esos millones de
muertes son una invención.
Yo he conocido personalmente los campos. La
última vez que estuve en Mauthausen, en mayo de 1944, fue para interrogar al
hijo de Badoglio, Mario, por órdenes de Himmler. Estuve a lo largo y ancho de
ese campo durante dos días. Había grandes cocinas en funcionamiento para los
internos y dentro incluso un burdel para satisfacer sus necesidades. Nada de
cámaras de gas. Desafortunadamente, muchas personas murieron en los campos,
pero no por una voluntad asesina. La guerra, las duras condiciones de vida, el
hambre, la falta de atención adecuada desencadenan desastres. Pero estas
tragedias de civiles, estaban a la orden del día no sólo en los campos sino en
toda Alemania, sobre todo debido al bombardeo indiscriminado de ciudades.
-¿Así que usted minimiza la tragedia de
los judíos, el holocausto?
No se trata de minimizar; una tragedia es una
tragedia. En todo caso se plantea un problema sobre la verdad histórica. A los
ganadores de la Segunda Guerra Mundial les interesaba no tener que ser llamados
a rendir cuentas de sus crímenes. Ellos llegaron a arrasar pueblos enteros en
Alemania donde no había ni un solo soldado, sólo para matar a mujeres, niños y
viejos y así debilitar la moral del enemigo. Esta suerte también corrieron
Hamburgo, Lübeck, Berlín, Dresde y otras ciudades. Se aprovecharon de la
superioridad de sus bombarderos para matar a civiles con impunidad y con
demencial crueldad. Luego le tocó a la gente de Tokio, y finalmente, con las
bombas atómicas, a los civiles de Nagasaki e Hiroshima. Por ello fue necesario
inventar delitos especiales cometidos por Alemania y pregonarlos mucho para
presentar a los alemanes como seres malignos y todas las demás tonterías
propias de una novela de terror sobre la que Hollywood ha rodado centenares de
películas.
Y por cierto, desde entonces el método de los
ganadores de la Segunda Guerra Mundial no ha cambiado mucho: Se dedican a
exportar su “democracia” con las llamadas “misiones de paz” en contra de
“estados canallas”, contra enemigos que han supuestamente cometido actos
siempre monstruosos. Y así, en la práctica, atacan sobre todo con bombardeos a
quienes no quieren someterse. Masacran a militares y civiles que no tienen los
medios para defenderse, y al final, tras sus “intervenciones humanitarias”
ponen como presidentes a títeres que siguen sus intereses económicos y
políticos.
-Pero entonces algunas pruebas
concluyentes, como imágenes de vídeo y fotografías de los campos de
concentración, ¿cómo se explican?
Esas filmaciones son una prueba más de la
falsificación: Vienen casi todas de los campos de Belsen. Era un campamento
donde las autoridades alemanas enviaron, procedentes de otros campos, a
prisioneros que no podían trabajar. También había dentro una sala de
convalecientes. Eso por sí solo dice mucho de la “intención asesina” de los
alemanes. Parece extraño que en tiempo de guerra se hubiera puesto en marcha
una estructura para hospedar a aquellos a quienes supuestamente se iba a
gasear. Los bombardeos aliados de 1945 dejaron el campo sin agua, alimentos y
medicinas. Se extendió una epidemia de tifus que causó miles de enfermos y
muertos. Esas filmaciones se remontan a aquellos hechos, cuando el campo de
refugiados de Bergen Belsen fue devastado por la epidemia, en abril de 1945,
cuando se encontraba ya en manos de los aliados. Las filmaciones se realizaron
con fines de propaganda por el director británico Hitchcock, el maestro del
horror. Es alucinante el cinismo, la falta de sentido de la humanidad con la
que aún hoy se especula con esas imágenes. Proyectado por años en las pantallas
de televisión, con angustiosa música de fondo, se engañó a la opinión pública
asociando con despiadada astucia esas terribles escenas a las cámaras de gas,
con las que no tenían nada que ver. ¡Una farsa!
-El motivo de difundir esas, según usted,
falsedades ¿sería encubrir los propios crímenes, los de los vencedores?
Al principio fue así. Un guion igual a Nuremberg
fue inventado en Japón con el Juicio de Tokio. Para criminalizar a los
japoneses que habían sufrido la bomba atómica se inventaron acusaciones de
canibalismo.
-¿Por qué “al principio”?
Porque sucesivamente, además, la literatura sobre
el Holocausto ha servido sobre todo al Estado de Israel, por dos razones. La
primera está muy bien explicada por un escritor judío hijo de deportados,
Norman Finkelstein. En su libro “La industria del Holocausto”, explica cómo
esta industria ha recaudado, a través de una campaña de reivindicaciones,
recursos millonarios para las arcas de las instituciones judías y las del
estado de Israel. Habla de “un auténtico negocio de extorsión”. En cuanto al
segundo punto, el escritor Sergio Romano, que no es precisamente un
revisionista, explica que después de la guerra “Israel se ha dado cuenta de que
el hacer hincapié en el drama de la literatura del Holocausto” traería ventajas
en su disputa territorial con los árabes y “una especie de semi-inmunidad
diplomática”.
-En todo el mundo se habla del Holocausto
como exterminio, ¿usted tiene dudas o lo niega rotundamente?
Los medios de propaganda de quienes hoy detentan
el poder global son inagotables. Mediante una subcultura histórica
especialmente creada, y difundida por la televisión y el cine, han manipulado
emocionalmente las conciencias. En particular, las nuevas generaciones,
empezando desde la escuela, han sido sometidas a lavado de cerebro,
obsesionadas con historias truculentas para subyugar a la libertad de juicio.
Como ya he dicho, hace casi 70 años que estamos a la espera de pruebas sobre
los crímenes de los que se acusa al pueblo alemán. Los historiadores no han
encontrado ni un solo documento que se refiera a las cámaras de gas. No hay una
orden por escrito, un informe o un dictamen de una institución alemana, una
relación de los empleados. Nada en absoluto.
A falta de documentos, los jueces de Nuremberg
han asumido que el proyecto titulado “Solución final de la cuestión judía” que
se barajaba en el Reich, y que evaluaba la posibilidad de la expulsión
territorial de los judíos de Alemania (y más tarde de los territorios
ocupados), incluído el posible traslado a Madagascar, era un código secreto
encubierto que significaba su exterminio. ¡Es absurdo! En medio de la guerra,
cuando aún éramos ganadores tanto en África como en Rusia, los judíos, que en
un principio, hasta 1941, simplemente eran animados a irse del país, fueron
luego presionados para abandonar Alemania. Sólo después de dos años de
comenzada la guerra empezaron las medidas restrictivas de su libertad.
-Supongamos que esa evidencia de la que
usted habla apareciese. Estoy hablando de un documento firmado por Hitler u
otro jerarca. ¿Cuál sería su posición?.
Mi posición es de condena absoluta de tales
hechos. Todos los actos de violencia indiscriminada contra una comunidad, sin
tener en cuenta las responsabilidades individuales reales, son inaceptables,
absolutamente condenables. Como lo que pasó con los indios americanos, con los
kulaks en Rusia , los italianos de Istria, los armenios en Turquía, los
prisioneros alemanes en campos de concentración estadounidenses en Alemania y
Francia así como en los de Rusia; los primeros abandonados deliberadamente a
una muerte segura por el presidente Eisenhower, los segundos por Stalin. Ambos
jefes de Estado no respetaron la Convención de Ginebra. Todos esos episodios,
repito, deben ser condenados en términos muy claros, incluyendo las
persecuciones hechas por los alemanes contra los judíos, que sin duda las hubo.
Pero las de verdad, no las inventadas por la propaganda.
-¿Admite usted la posibilidad de que
estas pruebas, se escaparon de una posible destrucción causada por los alemanes
al final del conflicto, y que un día podrían salir a la luz?
Ya he dicho que ciertos hechos deben ser
condenados en absoluto. Así que si aceptamos la hipótesis de que un día se van
a encontrar pruebas de las cámaras de gas, la condena de una cosa tan horrible,
y de quienes lo hayan ordenado y utilizado para matar, debe ser indiscutible y
total. En ésta vida he aprendido que las sorpresas pueden no terminar nunca.
Pero en este caso, sin embargo, creo que puedo descartarlo con certeza porque
por casi sesenta años, los documentos alemanes capturados por los vencedores de
la guerra fueron examinados y evaluados por cientos de académicos, así, lo que
no ha surgido ya, difícilmente podrá aparecer en el futuro. Por otra razón creo
que es muy poco probable, y voy a explicar por qué: Cuando la guerra ya estaba
muy avanzada nuestros oponentes comenzaron a insinuar sospechas acerca de
actividades homicidas en los campos. Hablo de la Declaración Interaliada de
diciembre de 1942, cuando se habló en general sobre crímenes bárbaros contra
los judíos de Alemania y se preveía el castigo de los culpables.
Luego, a finales de 1943, supe que no se trataba
de propaganda de guerra genérica, sino que además nuestros enemigos pensaban
fabricar falsas evidencias de estos crímenes. La primera noticia sobre ésto la
tuvo mi compañero de estudios, un gran amigo, el capitán Paul Reinicke , que
pasaba los días en contacto directo con el número dos en el gobierno alemán ,
el Mariscal Goering: era jefe de su escolta . La última vez que lo vi me
refirió sobre un proyecto de puras falsificaciones. Goering estaba furioso
porque estas falsedades calumniosas serían difundidas por todo el mundo.
Precisamente Goering, antes de suicidarse, acusó violentamente al Tribunal de
Nuremberg de la producción de pruebas falsificadas.
Otra pista me la dio más tarde el jefe de la
policía Ernst Kaltenbrunner , el hombre que había sustituido a Heydrich tras su
muerte y que después fue enviado a la horca como consecuencia de la sentencia
de Nuremberg. Lo vi hacia el final de la guerra para presentarle la información
recogida sobre la traición del rey Vittorio Emanuele. Me aseguró que los
futuros vencedores estaban ya trabajando para construir falsas evidencias de
crímenes de guerra y otras atrocidades que ellos inventaron sobre los campos de
concentración como prueba de la crueldad alemana. Ya estaban por llegar a un
acuerdo sobre los detalles de cómo realizar un juicio especial contra los
perdedores. Y además, me encontré en agosto de 1944 con el colaborador directo
del general Kaltenbrunner , el jefe de la Gestapo general Heinrich Müller.
Gracias a él tuve la oportunidad de asistir a un curso oficial de cadetes. A él
debía mucho, y nos llevabamos muy bien. Había venido a Roma para resolver un
problema personal de mi comandante el teniente-coronel Herbert Kappler
En aquellos días, el Quinto Ejército
estadounidense estaba a punto de entrar en Cassino, los rusos avanzaban hacia
Alemania. La guerra ya se había perdido inexorablemente. Esa noche me pidió que
lo acompañara al hotel. Dado que había un mínimo de confianza, me atreví a
pedirle más detalles sobre el tema. Me dijo que por la actividad de espionaje
habían recibido la confirmación de que el enemigo, esperando la victoria final,
estaba tratando de fabricar pruebas de nuestros crímenes para crear un
espectacular juicio y así criminalizar a Alemania después de la derrota. Tenía
información precisa y estaba seriamente preocupado. Afirmó que de estas
personas no era posible fiarse porque no tenían sentido del honor y carecían de
escrúpulos. Entonces yo era joven y no le di la debida importancia a sus
palabras, pero luego las cosas sucedieron igual que el general Müller me habían
dicho. ¡Estos son los hombres, los jerarcas, que según se dice hoy en día
organizaron el exterminio de los judíos con cámaras de gas! Yo lo consideraría
ridículo si no fuera por las trágicos consecuecias.
Así que cuando en 2003, tras un falso juramento
del secretario de Estado Powell ante el Consejo de Seguridad de la ONU, los
estadounidenses atacaron Iraq con la excusa de que poseía “armas de destrucción
masiva “, precisamente ellos que son los únicos en haber empleado esas armas,
me dije a mí mismo: ¡nada nuevo!
-Usted, como ciudadano alemán, ¿sabe que
algunas leyes en Alemania, Austria, Francia, Suiza sancionan con cárcel a quien
niegue el holocausto?
Sí , los poderes mundiales las han impuesto y
pronto también lo harán en Italia . El engaño consiste en hacer creer que los
que, por ejemplo, se oponen al colonialismo israelí y al sionismo en Palestina
son antisemitas, y que los que se atrevan a criticar a los judíos son siempre
antisemitas, y que quien ose pedir pruebas de la existencia de cámaras de gas
en los campos de concentración es como si aprobara una idea del exterminio de
los judíos. Es una falsificación vergonzante. Precisamente estas leyes
demuestran el miedo que hay de que la verdad salga a la superficie.
Obviamente existe el temor de que después de la
campaña de propaganda emocional, los historiadores se pregunten sobre la
evidencia, los investigadores sean conscientes de las tergiversaciones.
Precisamente estas leyes abrirán los ojos a quienes todavía creen en la
libertad de pensamiento y en la importancia de la independencia en la
investigación histórica. Por supuesto, por lo que he dicho puedo ser
incriminado, mi situación podría incluso empeorar más, pero tuve que decirle
las cosas como realmente son, la valentía de la sinceridad era un deber para
con mi país, una contribución, en el cumplimiento de mis cien años, para la
redención y la dignidad de mi pueblo.
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