dijous, 21 de maig del 2015

Lampedusa y la mansedumbre de la podedumbre.

No es extraño encontrar en blogs de divulgación de misterios, conspiraciones y temas similares, entradas intercaladas de tinte político en un sentido u otro, curiosamente en algunos siempre demonizando iniciativas políticas que no podrían calificarse contrarias a la libertad o al simple sentido común, así pues, tal vez no sea mala idea opinar y escribir algo sobre cuestiones que podemos llamar políticas puesto que de todas formas, bien cierto es, todo esta conectado.
Hace poco tiempo tuve la ocasión de volver a ver “El Gatopardo” de Luchino Visconti, película en la que puede escucharse la ya legendaria frase de -“Es necesario que las cosas cambien para que todo siga igual”-. Este principio constituye uno de los ejes del mensaje que nos intenta transmitir la novela de Lampedusa, ambientada en una Sícilia soleada, míseramente orgullosa y poblada de sombras de colores mortecinos en salones de cortinas y postigos dispuestos como temerosas murallas  intentando detener la luz que inunda de forma imperturbable el desolado paisaje de una vetusta y decadente región del mediterráneo, que había, antaño, sido propiedad de una aristocracia superada en el momento que describe la novela, por una nueva clase emergente de ambiciosos burgueses de escasos principios en el campo del honor.

Me pareció este un aceptable retrato de la actualidad del estado español, y siguiendo con esta reflexión cinematográfica, al hilo de la última parte del film, quisiera mencionar mi asombro ante la larga última escena del baile, algo que me resulto chocante e inquietante a partes iguales, habida cuenta de que hoy, ya nadie parece atreverse a filmar escenas de ese tipo, tan alejadas de los gustos frenéticos y en ocasiones histéricos que parecen imperar a la hora de ligar imágenes en nuestra cultura visual contemporánea.
Hoy parece que la sutileza debe aparcarse, e incidir en el inconsciente del espectador de la forma más brutal y a la vez menos respetuosa hacía dicho espectador, que sufre un bombardeo de imágenes cuyo impacto emocional dificultan en extremo un análisis de los pequeños pero vitales detalles de la realidad, y que permiten descifrar el engaño masivo al que hoy se somete en muchos casos al sufrido individuo sentado frente a la pantalla.

Hoy al espectador se le considera más un consumidor, un sújeto dependiente y un objeto susceptible de conquista, que como un participante al que se respeta formando parte de un juego en igualdad de condiciones. La aparente eterna secuencia inacabable de esa escena del “Gatopardo” ,obliga al espectador finalmente a rendirse, y a penetrar en el alma y la fragancia que solo la reflexión y la desconexión del parloteo mental pueden procurar, trayendo con ello primero la conexión con el mensaje intimo que el director pretende transmitir, la capacidad de evocar la propia verdad interior en el espectador, o en cualquier caso el contacto con aquello mas puro y simple que aun no ha sido victima del lavado de cerebro masivo que el poder y el sistema pretende, y que promueve con el manejo mediatico y  los instrumentos sociológicos y tecnológicos a su disposición.
El estado español languidece y con el por supuesto sus centenarias oligarquias , e intenta por enésima vez aparentar que -todo cambie para que todo siga igual-. Desgraciadamente buena parte de este estado moderno actual es herencia directa del franquismo y la sociología del franquismo sigue dominando buena parte del pensamiento de los poderes de este país, y del imaginario de la inteligencia emocional de este y sus protagonistas.

Antaño, no hace casi nada, en términos históricos, en la llamada-Transición-hablar de la “sociología del franquismo” era habitual. Hoy nadie lo hace, hablar de ello parece ser un tabu o tal vez un detalle de mal gusto e insensibilidad hacia quienes no han tenido ni la mas mínima concesión al mas elemental concepto de lo que es la democracia, al negarse a condenar lo que fue sin paliativos una dictadura cruel y dolorosa.


Hoy en la brutal y perversa manipulación no solo de mensajes sino de conceptos, al verdugo se le presenta como victima, en una vuelta de tuerca mas sobre el inconsciente emocional de la ciudadanía que ve y escucha como el ciudadano se convierte en consumidor, se le presenta como culpable de unos pecados al que se le incito constantemente, o que presenta como razonable confundir la cantidad con la calidad y lo moral con lo ético.
Este es un país de Sagitario dicen y tomando como referencia su símbolo mitad hombre, mitad animal, orgulloso incluso de su profunda incoherencia frente a cuestiones básicas y de una tendencia esquizoide de oscilar entre la justa indignación visionaria llena del entusiasmo idealista del arquero, y la patibularia, zafia, inculta y vulgar argumentación intelectual del establo maloliente de un animal de cuatro patas, debido a ello tal vez  considero en su momento normal y razonable que el máximo representante del país, elegido por Franco por cierto, se embolsara pues dicho personaje comisiones millonarias por promocionar contratos de empresas en determinados países, a los que cínicamente se les califica como “amigos”, y que suelen ser dirigidos por dictadores crueles y despóticos, o que considera digno de admiración a quien roba a mansalva con tal de que no lo pillen, claro esta solo hay que buscar el rastro en la literatura clásica picaresca con ejemplos como “El Lazarillo de Tormes”.

Este pueblo , parece encantado de perpetuar, dando validez con sus votos a partidos que una y otra vez conducen a sus ciudadanos a una hecatombe programada. La mansedumbre de la podedumbre hispanica consiste en caer victima de la lacra de la culpabilización, la desvalorización y sus derivados como la falta de empoderamiento autoestima sana o el sentimiento de aislamiento del individuo, y finalmente el miedo, en definitiva las tres puertas del mal y de la enfermedad que el poder intenta inocular de manera sistemática como método de control y marcaje en este sistema de esclavitud disfrazada que se pretende ocultar para hacerlo mortalmente eficaz, puesto que no hay mayor esclavitud que la de quien cree ser libre.
Puede decirse que este país no es demasiado distinto de otros, en cierto momento de la película de el Gatopardo, el protagonista interpretado por Burt Lancaster, al hablar de sus compatriotas sicilianos menciona su orgullo como la causa de todos sus males, en realidad el convencimiento de su superioridad moral lo cual les impermeabiliza frente al progreso o valores de un cambio incierto que les fuerce a desprenderse de lo conocido en un marco controlado desde generaciones.
En realidad una revisión de los clásicos, y la política y métodos operativos de los antiguos imperios nos evidencia que la originalidad no es precisamente el problema.

La frágil y menguada cultura democrática se muestra con la arrogancia demagógica de la peor versión de la naturaleza fanática atribuida al signo de Sagitario, un signo magnifico por otro lado, y entiéndase que no se trata de condenar de forma generalizada a quienes tengan ese signo como propio.
Una opacidad vergonzante es la característica de este sistema, caracterizado por una muy escasa capacidad para el dialogo y por una inteligencia que parece exclusivamente dedicada a obtener un control perpetuo y a seguir instalado en el poder que durante siglos los descendientes de estas centenarias oligarquías poseen, sin importarles promover guerras civiles y sin el menor interés en resolver de verdad ningún problema diferente a sus intereses y ajenos a la virtud cívica del bien común.
La dejadez producto de tanto malestar y sensación de impotencia produce algo similar al síndrome de Estocolmo, en donde simpatizamos con nuestros secuestradores, y nos identificamos con estos, justificando, amparando con el silencio, la omisión, nuestro voto o la indiferencia borreguil sus actitudes y comportamientos. La irreversibilidad del fin del denominado régimen del 78, un sistema incapaz de ofrecer nada más que la vergonzosa componenda que lo propicio y el pacto de intereses creados que lo tejió, se descompone hoy a pesar de la sistemática manipulación de los hechos que pretende encubrir esta realidad.

Varios son los temas capitales y cuestiones que lo hacen inevitable.
En otro momento quisiera desarrollar de forma mas extensa algunos temas concretos al respecto, pero si quisiera señalar los mas significativos a mi juicio. En primer lugar el debate territorial donde nadie parece ni jugar limpio, ni jugar claro ni jugar con honestidad sino mas bien con altas dosis de cinismo, lo cual no puede augurar nada bueno y con un proyecto de estado que parece dirigirse a “madreñilezar “ España. 
En segundo lugar una demanda de democracia real y de necesidad de ampliar el poder participativo y decisorio de la población que entra abiertamente en contradicción con los intereses de las clases dirigentes, y en tercer lugar la inmersión del estado español en el ámbito de una comunidad europea muy lejos del ilusionante proyecto inicial, cada vez más dependiente de EEUU y su subalterno aleman, y cada vez mas burocratizada, alejando la capacidad de decidir del ciudadano a favor de las elites internacionales usadas o formando parte del Gobierno mundial que de hecho  existe, y que planea estrechar el cerco para atraparnos fatalmente en su lazo en el ámbito finalmente de una globalización que aspira a despojar a los estados de todo su sentido, o a lo sumo a usarlos como mecanismo de gestión de los intereses de las grandes corporaciones y capitales financieros dedicados a saquear el bien publico para privatizarlo, finalmente el exterminio de culturas, lenguas y pequeñas comunidades parecen naturales a ojos de semejante paradigma, en este sentido el latiguillo de la “marca España” resulta bizarro y extraño, dado que por una parte se nos impele a ser competitivos y por el otro sumisos a un ente abstracto superior, es por ello difícil, el intentar sostener los valores metafísicos y emocionales que supuestamente procura el sentimiento identitario español con conceptos comerciales  como la “marca España”, repetido como un mantra por los dirigentes de este país, los de siempre, los acostumbrados a envolverse con la bandera española cuando conviene pero sin el menor rubor para defraudar en beneficio propio las ilusiones supuestamente comunes de sus conciudadanos al servicio de intereses ajenos a los locales a poco que uno conozca la historia de los últimos cuarenta años . 

Ellos hace tiempo tomaron partido por la uniformidad, ellos hace tiempo optaron por la jerarquización frente la cooperación, ellos decidieron apostar por una supuesta libertad en la competencia y la gestión que de hecho es irreal, y una mera excusa para propiciar la creación de un abismo cada vez mayor entre unos pocos y unos muchos. Ellos decidieron hace tiempo apostar por la mentira y la manipulación. Si decides que no quieres que todo eso forme parte de tu vida tampoco pues, deberías permitir que eso formara parte del bien común y del marco de convivencia de todos...finalmente debemos atrevernos a decidir y no permitir que decidan por nosotros. 

ADMINISTRADOR


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