No es extraño encontrar en blogs
de divulgación de misterios, conspiraciones y temas similares, entradas
intercaladas de tinte político en un sentido u otro, curiosamente en algunos
siempre demonizando iniciativas políticas que no podrían calificarse contrarias
a la libertad o al simple sentido común, así pues, tal vez no sea mala idea
opinar y escribir algo sobre cuestiones que podemos llamar políticas puesto que
de todas formas, bien cierto es, todo esta conectado.
Hace poco tiempo tuve la ocasión
de volver a ver “El Gatopardo” de Luchino Visconti, película en la que puede
escucharse la ya legendaria frase de -“Es necesario que las cosas cambien para
que todo siga igual”-. Este principio constituye uno de los ejes del mensaje
que nos intenta transmitir la novela de Lampedusa, ambientada en una Sícilia
soleada, míseramente orgullosa y poblada de sombras de colores mortecinos en
salones de cortinas y postigos dispuestos como temerosas murallas intentando detener la luz que inunda de
forma imperturbable el desolado paisaje de una vetusta y decadente región del
mediterráneo, que había, antaño, sido propiedad de una aristocracia superada en
el momento que describe la novela, por una nueva clase emergente de ambiciosos
burgueses de escasos principios en el campo del honor.
Me pareció este un aceptable
retrato de la actualidad del estado español, y siguiendo con esta reflexión
cinematográfica, al hilo de la última parte del film, quisiera mencionar mi
asombro ante la larga última escena del baile, algo que me resulto chocante e
inquietante a partes iguales, habida cuenta de que hoy, ya nadie parece
atreverse a filmar escenas de ese tipo, tan alejadas de los gustos frenéticos y
en ocasiones histéricos que parecen imperar a la hora de ligar imágenes en
nuestra cultura visual contemporánea.
Hoy parece que la sutileza debe
aparcarse, e incidir en el inconsciente del espectador de la forma más brutal y
a la vez menos respetuosa hacía dicho espectador, que sufre un bombardeo de
imágenes cuyo impacto emocional dificultan en extremo un análisis de los
pequeños pero vitales detalles de la realidad, y que permiten descifrar el
engaño masivo al que hoy se somete en muchos casos al sufrido individuo sentado
frente a la pantalla.
Hoy al espectador se le considera más un consumidor, un
sújeto dependiente y un objeto susceptible de conquista, que como un
participante al que se respeta formando parte de un juego en igualdad de
condiciones. La aparente eterna secuencia inacabable de esa escena del
“Gatopardo” ,obliga al espectador finalmente a rendirse, y a penetrar en el
alma y la fragancia que solo la reflexión y la desconexión del parloteo mental
pueden procurar, trayendo con ello primero la conexión con el mensaje intimo
que el director pretende transmitir, la capacidad de evocar la propia verdad
interior en el espectador, o en cualquier caso el contacto con aquello mas puro
y simple que aun no ha sido victima del lavado de cerebro masivo que el poder y
el sistema pretende, y que promueve con el manejo mediatico y los instrumentos sociológicos y tecnológicos
a su disposición.
El estado español languidece y con el por supuesto sus
centenarias oligarquias , e intenta por enésima vez aparentar que -todo cambie
para que todo siga igual-. Desgraciadamente buena parte de este estado moderno
actual es herencia directa del franquismo y la sociología del franquismo sigue
dominando buena parte del pensamiento de los poderes de este país, y del
imaginario de la inteligencia emocional de este y sus protagonistas.
Antaño, no hace casi nada, en términos históricos, en la
llamada-Transición-hablar de la “sociología del franquismo” era habitual. Hoy
nadie lo hace, hablar de ello parece ser un tabu o tal vez un detalle de mal
gusto e insensibilidad hacia quienes no han tenido ni la mas mínima concesión
al mas elemental concepto de lo que es la democracia, al negarse a condenar lo
que fue sin paliativos una dictadura cruel y dolorosa.
Hoy en la brutal y perversa manipulación no solo de
mensajes sino de conceptos, al verdugo se le presenta como victima, en una
vuelta de tuerca mas sobre el inconsciente emocional de la ciudadanía que ve y
escucha como el ciudadano se convierte en consumidor, se le presenta como
culpable de unos pecados al que se le incito constantemente, o que presenta
como razonable confundir la cantidad con la calidad y lo moral con lo ético.
Este es un país de Sagitario dicen y tomando como
referencia su símbolo mitad hombre, mitad animal, orgulloso incluso de su
profunda incoherencia frente a cuestiones básicas y de una tendencia esquizoide
de oscilar entre la justa indignación visionaria llena del entusiasmo idealista
del arquero, y la patibularia, zafia, inculta y vulgar argumentación
intelectual del establo maloliente de un animal de cuatro patas, debido a ello
tal vez considero en su momento normal
y razonable que el máximo representante del país, elegido por Franco por
cierto, se embolsara pues dicho personaje comisiones millonarias por promocionar
contratos de empresas en determinados países, a los que cínicamente se les
califica como “amigos”, y que suelen ser dirigidos por dictadores crueles y
despóticos, o que considera digno de admiración a quien roba a mansalva con tal
de que no lo pillen, claro esta solo hay que buscar el rastro en la literatura
clásica picaresca con ejemplos como “El Lazarillo de Tormes”.
Este pueblo , parece encantado de perpetuar, dando validez
con sus votos a partidos que una y otra vez conducen a sus ciudadanos a una
hecatombe programada. La mansedumbre de la podedumbre hispanica consiste en
caer victima de la lacra de la culpabilización, la desvalorización y sus
derivados como la falta de empoderamiento autoestima sana o el sentimiento de
aislamiento del individuo, y finalmente el miedo, en definitiva las tres
puertas del mal y de la enfermedad que el poder intenta inocular de manera
sistemática como método de control y marcaje en este sistema de esclavitud
disfrazada que se pretende ocultar para hacerlo mortalmente eficaz, puesto que
no hay mayor esclavitud que la de quien cree ser libre.
Puede decirse que este país no es demasiado distinto de
otros, en cierto momento de la película de el Gatopardo, el protagonista
interpretado por Burt Lancaster, al hablar de sus compatriotas sicilianos
menciona su orgullo como la causa de todos sus males, en realidad el
convencimiento de su superioridad moral lo cual les impermeabiliza frente al
progreso o valores de un cambio incierto que les fuerce a desprenderse de lo
conocido en un marco controlado desde generaciones.
En realidad una revisión de los clásicos, y la política y
métodos operativos de los antiguos imperios nos evidencia que la originalidad
no es precisamente el problema.
La frágil y menguada cultura democrática se muestra con la
arrogancia demagógica de la peor versión de la naturaleza fanática atribuida al
signo de Sagitario, un signo magnifico por otro lado, y entiéndase que no se
trata de condenar de forma generalizada a quienes tengan ese signo como propio.
Una opacidad vergonzante es la característica de este
sistema, caracterizado por una muy escasa capacidad para el dialogo y por una
inteligencia que parece exclusivamente dedicada a obtener un control perpetuo y
a seguir instalado en el poder que durante siglos los descendientes de estas
centenarias oligarquías poseen, sin importarles promover guerras civiles y sin
el menor interés en resolver de verdad ningún problema diferente a sus
intereses y ajenos a la virtud cívica del bien común.
La dejadez producto de tanto malestar y sensación de
impotencia produce algo similar al síndrome de Estocolmo, en donde simpatizamos
con nuestros secuestradores, y nos identificamos con estos, justificando,
amparando con el silencio, la omisión, nuestro voto o la indiferencia borreguil
sus actitudes y comportamientos. La irreversibilidad del fin del denominado
régimen del 78, un sistema incapaz de ofrecer nada más que la vergonzosa
componenda que lo propicio y el pacto de intereses creados que lo tejió, se
descompone hoy a pesar de la sistemática manipulación de los hechos que
pretende encubrir esta realidad.
Varios son los temas capitales y cuestiones que lo hacen
inevitable.
En otro momento quisiera desarrollar de forma mas extensa
algunos temas concretos al respecto, pero si quisiera señalar los mas
significativos a mi juicio. En primer lugar el debate territorial donde nadie
parece ni jugar limpio, ni jugar claro ni jugar con honestidad sino mas bien
con altas dosis de cinismo, lo cual no puede augurar nada bueno y con un
proyecto de estado que parece dirigirse a “madreñilezar “ España.
En segundo
lugar una demanda de democracia real y de necesidad de ampliar el poder
participativo y decisorio de la población que entra abiertamente en
contradicción con los intereses de las clases dirigentes, y en tercer lugar la
inmersión del estado español en el ámbito de una comunidad europea muy lejos
del ilusionante proyecto inicial, cada vez más dependiente de EEUU y su
subalterno aleman, y cada vez mas burocratizada, alejando la capacidad de
decidir del ciudadano a favor de las elites internacionales usadas o formando
parte del Gobierno mundial que de hecho
existe, y que planea estrechar el cerco para atraparnos fatalmente en su
lazo en el ámbito finalmente de una globalización que aspira a despojar a los
estados de todo su sentido, o a lo sumo a usarlos como mecanismo de gestión de
los intereses de las grandes corporaciones y capitales financieros dedicados a
saquear el bien publico para privatizarlo, finalmente el exterminio de
culturas, lenguas y pequeñas comunidades parecen naturales a ojos de semejante
paradigma, en este sentido el latiguillo de la “marca España” resulta bizarro y
extraño, dado que por una parte se nos impele a ser competitivos y por el otro
sumisos a un ente abstracto superior, es por ello difícil, el intentar sostener
los valores metafísicos y emocionales que supuestamente procura el sentimiento
identitario español con conceptos comerciales
como la “marca España”, repetido como un mantra por los dirigentes de
este país, los de siempre, los acostumbrados a envolverse con la bandera
española cuando conviene pero sin el menor rubor para defraudar en beneficio
propio las ilusiones supuestamente comunes de sus conciudadanos al servicio de
intereses ajenos a los locales a poco que uno conozca la historia de los últimos
cuarenta años .
Ellos hace tiempo tomaron partido por la uniformidad, ellos
hace tiempo optaron por la jerarquización frente la cooperación, ellos
decidieron apostar por una supuesta libertad en la competencia y la gestión que
de hecho es irreal, y una mera excusa para propiciar la creación de un abismo
cada vez mayor entre unos pocos y unos muchos. Ellos decidieron hace tiempo
apostar por la mentira y la manipulación. Si decides que no quieres que todo
eso forme parte de tu vida tampoco pues, deberías permitir que eso formara
parte del bien común y del marco de convivencia de todos...finalmente debemos
atrevernos a decidir y no permitir que decidan por nosotros.
ADMINISTRADOR
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